
No los volví a ver hasta muchos años después, tantos que casi me había olvidado de su existencia. Estaban perfectamente acomodados en uno de los libreros que recubren prácticamente cada centímetro de su casa. Se trataba de la sección que ella definiría como la de "libros infantiles" y yo, en cambio, la de "textos incautados" o, en un tono menos caritativo, la de "rec
uerdos robados". En esa ocasión, casi nos arrancamos los pelos con la discusión que hace tanto no teníamos. Finalmente tuvo que intervenir mi cuñado y mandarnos a nuestras respectivas esquinas mientras se calmaban las aguas.

Sigo pensando que esos libros --por más nebulosas que sean las imágenes que flotan en mi

En estos días voy a abrir una librería para niños. Son muchas las razones que me llevan a hacerlo. Un hijo de 5 años que recién ayer leyó, de la nada y por primera vez, todo el p

Pero, quizás más que todo, porque no hay memoria que me conmueva más que la de mi familia y su relación con los libros. El recuerdo de pedirlos para Navidad y para cada cumpleaños. Los viajes en avión, cuando todavía podías cargar kilos y kilos de ellos en las maletas atiborradas a más no poder. Mi padre y su pequeña fortuna invertida en textos de matemáticas de Springer-Verlag. Las visitas con mi madre a la biblioteca de la embajada de Canadá, a la de Lille, a la de Saskatoon.
Y, más que nada, las pasiones que despiertan esas skazki --cuentos de hadas--, y la preciada y anticipada discusión que siempre tendré al respecto con mi hermana. Puede haber pocas peleas tan sabrosas entre hermanos.
¿y dónde estará tu librería? Para saber si alguna vez podemos ir... Me encantan los libros y en especial los infantiles.
ResponderEliminarEn Cuernavaca, México... espero que te quede cerca (y si no, que te puedas dar una vuelta algún día). Pronto subiré más datos.
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