El taxi como espacio de lectura: el proyecto de un taxista en Xalapa que podríamos reproducir fácilmente en otras ciudades. ¿Por qué no organizamos algo así en Cuernavaca?
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Hay días en que
esta Catarina Marina se siente abismalmente preocupada al escuchar
todo lo que pasa en su país. Le dan ganas de acostarse en una esponja suave, cubrirse con un edredón de algas y no salir por mucho tiempo de las profundidades oceánicas. Y, de repente, de la nada, ocurre algo milagroso y hermoso. En un segundo, aparece un humano que hace que toda su perspectiva cambie, se ilumine su universo, y salga a toda velocidad a la superficie, hasta tomar vuelo y subir al cielo, sin más ganas de volver a bajar.
El lugar: Xalapa. La ocasión: el estupendo y enriquecedor coloquio "Gestión Cultural. Reflexiones desde lo local", convocado por la Universidad Veracruzana, donde nos dieron la oportunidad de presentar el proyecto de la librería Catarina Marina. El día: sábado. Perfecto para pasear en familia y conocer el impresionante Museo de Antropología de la ciudad (MAX). Nos subimos a un taxi y vimos una bolsita que forraba el respaldo del asiento del copiloto. Y la bolsita estaba llena de... ¿libros? ¿Cómo? ¿Libros de Artes de México, publicaciones de la Universidad, Libros del Rincón? Y una frase que decía: "En este taxi yo sí leo". Maravillados, sacamos los libros. Todos. Y los abrimos, y en la primera página de cada uno había... ¿una lista de bibliotecas públicas y académicas de Xalapa? ¿Una larga lista de bibliotecas a las que puede acudir cualquiera?
Esta Catarina Marina quedó deslumbrada. Una pequeña catarina que viajaba a su lado agarró sus libros y se abstrajo por completo, hojeándolos y escapándose a otro mundo en un dos por tres.
Resulta que estábamos en un taxi como pocos. El conductor, Ismael Orrego, es un hombre que ama la lectura. Y así, porque le gusta leer, y como todos a los que nos gusta hacerlo, siente que los que no están leyendo se están perdiendo de una parte fundamental de la vida. Así que un día, hace tiempo, le dijo a su mamá: "Madre, quiero llevar libros en mi taxi para que la gente tenga algo para leer mientras los llevo de un lado al otro. ¿Qué te parece si me ayudas y me coses un forro para el asiento, y yo voy a la librería y consigo algunos libros baratos para rellenarlo?"
Y así empezó. Y, claro, a veces se robaban los libros, y a veces se echaban a perder, pero siempre iba por más, buscando que la librería le regalara algunos ejemplares y comprando otros más, e iba renovando su acervo. Y después se juntó con 20 taxistas más, a quienes también les encantó la idea, y todos dijeron: "Queremos llevar libros en nuestros taxis". Y que agarran y que van a la Secretaría de Educación Pública y les cuentan lo que quieren hacer. Y así arrancó un programa piloto, desarrollado por estos taxistas, donde la SEP les entrega nuevos libros cada mes y los colocan en sus taxis, para que todo el que suba puede leer.
Y así, gracias a la idea de alguien como Ismael Orrego y el apoyo de gente a su alrededor --colegas, familia, gobierno local, bibliotecas y escuelas-- surge un espacio más de lectura e imaginación. Una fantástica idea que podemos reproducir en muchos otros lugares.
Ay, Xalapa. ¡Qué ciudad!